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¿Sabes qué es la esterilidad idiopática? Es aquella esterilidad en la que no se encuentra la causa. Te lo contamos en este post, de la mano de nuestra psicóloga Amalia Bayonas, en el que trata la importancia del equilibrio en los hábitos y la mente para favorecer el embarazo: El cuerpo humano funciona como una unidad equiparable a una orquesta. Aunque cada músico aisladamente suene maravillosamente, sin una buena dirección el resultado final puede ser desastroso. En nuestro cuerpo es el cerebro quien ejerce la dirección musical. A través de las órdenes que emite con impulsos eléctricos, envía señales a los músicos para que entren unos, callen otros, aumenten la intensidad algunos o emitan de fondo otros. Las señales son las hormonas, que son las que activan determinadas funciones.
Pero para que el cerebro funcione bien, necesita cierto lubricante, los neurotrasmisores, sustancias químicas que condicionan para bien o para mal la ejecución de la partitura. Así, cuando estamos bajos de serotonina estamos bajos de ánimo, incluso depresivos; cuando tenemos subidón de endorfinas aguantamos más el dolor y tenemos sensación de bienestar. Cuando estamos acelerados o estresados presentamos elevados niveles de cortisol… Y esto es algo que se retroalimenta: a veces estímulos externos desencadenan determinados niveles bioquímicos de sustancias cerebrales, a veces carencias o excesos de estas desencadenan estados emocionales.
Una de los momentos vitales donde mayor sincronización y armonía necesitamos, es cuando deseamos tener hijos. El sistema hormonal implicado en la reproducción es altamente sensible y vulnerable a cambios. Sabemos por ejemplo que el estrés actúa en el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal haciendo aumentar hormonas como el cortisol, la adrenalina y noradrenalina y disminuyendo la acción de las hormonas reproductivas. Si el estrés provoca el descenso de la progesterona, comprometemos la implantación pues esta hormona es la responsable de que el embarazo se fije bien en sus inicios.
Tener una deficiente nutrición, tambien afecta a la fertilidad. Tenemos pacientes que nos dicen “yo como fenomenal, no pruebo las grasas…” cuando hay vitaminas liposolubles, que no pueden disolverse si no hay grasa. Si no tenemos grasa, el sol no puede interactuar con ella formando una nueva molécula, el colecalciferol o Vitamina D y no se alcanza el nivel recomendado, aparte de que un 10% de la vitamina D se ingiere de grasas animales. Y se ha comprobado que la carencia de Vitamina D disminuye seriamente la fertilidad. Así que ni tanto ni tan calvo.
La alimentación debe ser, sobre todo, variada para asegurarnos de que no nos falta ningún nutriente. Especialmente cuando deseamos conseguir el embarazo. Del mismo modo, un IMC bajo afecta negativamente a la fertilidad. Sin grasa desciende la GnRH (Hormona liberadora de gonadotropinas) y no se activa a la hipófisis para que libere las hormonas LH y FSH quienes intervienen en el desarrollo de los ovocitos y en la producción de espermatozoides.
Hay problemas de ovulación y alteraciones hormonales. E igual pasa con los IMC elevados, en fertilidad en el término medio estaría la virtud. Por situaciones como estas, a veces tenemos pacientes que nos dicen: No nos han encontrado nada, todo está aparentemente bien pero no conseguimos el embarazo. Volviendo al símil de la orquesta, los músicos tocan bien, pero la melodía no tiene armonía. Tienen esterilidad idiopática. Para estabilizar nuestro estado emocional recomendamos:
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